¿Por qué hace falta abrir un albergue para personas trans? Porque a las personas trans las discriminan en otros albergues, por albergados o por el personal encargado del lugar en los espacios preparados para brindar ayuda, coincidieron Abigail Andreo y Laura García Mottes para explicar por qué junto a distintas organizaciones que defienden los derechos del colectivo LGTB piden donaciones para poner en funcionamiento un albergue que atienda a personas del colectivo que padecen situaciones de discriminación que, en algunos casos, implican crímenes de odio.
"El proyecto del Albergue Orgullo Arcoiris surge teniendo en cuenta varias problemáticas del colectivo. Sabemos que tener donde dormir para el colectivo es una falencia estructural y es muy difícil para muchas poder sostener un alquiler. En situaciones de crisis se suele buscar apoyo familiar, pero muchas veces no lo tienen. En otros casos la convivencia familiar en estos contextos de aislamientos se hace difícil y las personas no pueden recurrir a albergues municipales o provinciales porque no se sienten contenidas por los mismos albergados o porque el Estado no prevé ciertas situaciones", explicó García Mottes, de la Fundación Transformando Familias Tucumanas. Y agregó: "muchas veces les pasa a las personas del colectivo trans que quieren mandarlas a un albergue con división de género por el nombre que tienen en el DNI, pese a que la ley de Identidad de Género de 2012 establece que no importa si no se hizo el cambio de género en el registro civil, se debe tratar a una persona por el género autopercibido. Inclusive con el cambio de DNI realizado tampoco se respeta".
"Hacemos el albergue porque las personas del colectivo LGTB en otros albergues normalmente suelen ser maltratadas o robadas, tanto por otras personas albergadas como por las personas a cargo. Aun cuando debemos pedir ayuda en lugares dispuestos para brindar ayuda, padecemos violencia", acotó Andreo, de Trans Unidas Tucumán y ATTTA.
Andreo y García Mottes explicaron que el impacto de la pandemia y de la crisis económica aparejada empeoraron las condiciones de muchas personas del colectivo. La violencia y la discriminación a la que la mayoría de la sociedad somete a las personas trans lleva a que distintos organismos de derechos humanos en Latinoamérica establezcan que la expectativa de vida promedio para estas personas sea de 35 años. "Nos acercamos al espacio Santos Discépolo porque sabíamos que antes mantuvieron un albergue para personas sin un lugar donde dormir, pero para la población general. Por distintas cuestiones no lo pudieron seguir manteniendo. Cuando les comentamos la idea, todo el plantel de Santos se interesó mucho por la idea y nos cedió el lugar", comentaron. Explicaron que el albergue tiene capacidad para aproximadamente 20 personas, pero por la pandemia se trabajará con un número menor.
"No queremos ser un foco de contagio, por lo que inicialmente consideramos hasta 5 personas a albergar. También entendemos que queremos iniciar un proceso de contención de muchas personas, más allá del plato de comida y del lugar donde dormir, por lo que queremos realizar un acompañamiento para apoyar, para tener redes y que quienes lo necesitan puedan avanzar para cumplir con otros derechos que les son vedados, como la terminalidad educativa, la salud, la capacitación para acceder a un trabajo, la ayuda que el Estado ya otorga y demás. Lo que nos diferenciaría de otros albergues estatales es brindar más que un plato de comida y una cama, que es fundamental, sino dar contención entendiendo las dificultades particulares de las personas del colectivo LGTB. Por eso queremos empezar con un número acotado. Lo pensamos como un grupo que vive en una casa, además de comer y dormir que tenga actividades y una dinámica de casa. Quienes no tienen no pueden o no quieren vivir en otro lugar, que quien no tiene a dónde buscar ayuda que tengan aquí una familia, con la contención que no tienen en otro lugar", desarrolló la idea García Mottes.
"Exactamente, buscamos que sea una familia para quienes más ayuda necesitan", acotó Andreo. "Tratamos de ocuparnos de alguna manera, de tender redes cuando llegan casos que necesitan ayuda más allá de que puedan o no quedarse en el albergue. Cada caso es importante y buscamos hacer un trabajo que más allá de poder solucionar la vivienda y la comida de una persona, el colectivo tiene problemáticas y queremos ayudar con el mayor amor y contención posible todas las contenciones".
Sostén
"Es un proyecto autogestionado, obtuvimos una donación de la fundación Avon y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación nos brindó colchones y camas. Lo que necesitamos con más urgencia, mercadería, insumos de cocina, enseres, toallas, almohadas, ropa de cama. Pero lo principal es la mercadería y enseres de cocina. Tenemos una cuenta en Mercado Pago, podemos recibir las donaciones en persona o coordinar para recibirla", comentó Andreo.
La violencia, durante este periodo de pandemia, se profundizó: "lo que notamos es que aumentaron los casos de gente que necesita salir de los lugares donde viven, tenemos cada vez más personas que sabemos que requieren de esto porque están siendo expulsados de sus casas donde viven con sus familias. Un chico de Bella Vista fue atacado a machetazos por sus padres, un joven gay. Necesitamos tener un lugar porque también hay muchos jóvenes en peligro, porque sus familias muchas veces no acompañan estos procesos y se torna complicado. Hay historias tristes. Una chica trans de 16 años me pedía ayuda porque no quería prostituirse, quería salir de eso y tener un lugar donde poder conseguir trabajo y salir de su casa. Le perdí el rastro lamentablemente", rememoró.
García Mottes explicó que trabajarán con un comité de admisión, con la participación de psicólogos y trabajadores sociales que buscarán determinar si la persona que solicite ayuda podrá trabajar en la dinámica del albergue, y que podrán ayudarla. Agregó que quienes no puedan ingresar, por falta de cupo o por tratarse de un caso complejo, no quedarán desamparadas, sino que buscarán acercarlos a otros espacios de contención.
¿Cómo explicaría la violencia que sufren las personas trans?, se le consulta a Andreo. "La violencia que sufrimos las personas trans, que también son generales a todo el colectivo LGTB, empieza en las escuelas, en las familias. Hay agresiones en la calle, insultos, golpes. La violencia más fuerte que tenemos las trans es que todas terminamos arrastradas a la prostitución porque nos niegan un trabajo, más allá de que estemos capacitadas o no. Considero una forma de violencia gravísima esa puerta cerrada de antemano por ser trans para buscar un trabajo y terminar arrastrada a la prostitución, y que te lleva a las drogas", responde sosteniendo la mirada. "En mi caso pasé muchas situaciones de violencia en mi trabajo. En la vida cotidiana me ocurre pero trato de manejarlo. La Policía tiene mucho que ver, sobre todo en la violencia con las chicas trans. Suele ser muy violenta, no tuve problemas con la policía en las oportunidades que me querían llevar por delante, pero les pasa a muchas compañeras. Antes, hace mucho, vivíamos detenidas por el solo hecho de caminar por la calle. Era la época de la ley carnavalito, donde simplemente por caminar por la calle nos detenían, entonces sólo podíamos caminar libres y vestidas como nos percibimos durante el carnaval. Eso ha cambiado por fortuna pero sigue habiendo acoso policial y hostigamiento simplemente por caminar. Y eso que hablamos de una ciudad, en las localidades rurales tiene estas situaciones profundizadas".
El mundo de la prostitución, insiste Andreo, explica que la expectativa de vida de las personas trans sea la mitad del promedio general del país: 75 años. "Todo el tiempo hay intentos de trans feminicidios. Convivimos con todo eso porque estamos arrastradas a este mundo. Mirá lo que le pasó a Ayelen Gómez, que tenia estudios pero cayo en la prostitución porque no tenia acceso al trabajo (fue asesinada en un crimen de odio en 2017)", explicó Andreo. "La sociedad tiene que dejar de ser expulsiva de las personas trans porque creo que tenemos los mismos derechos a vivir igual que todos: tener una casa, un trabajo, una familia, tenemos los mismos derechos que ellos. Bah, tenemos los mismos derechos que todas y todos. Nos merecemos lo mismo. Por qué tenemos que pensar que a los 35 años... en ese número. Algunas viven menos, otras mas, podríamos tener una vida normal como cualquier persona, y no terminar arrastrada a la prostitución y a las drogas. Te lo digo en primera persona. Es vivir en una vida con constante discriminación toda la vida por querer ser como sentis que queres ser. Es desgastante, disminuye expectativas de vida, afecta la autoestima, lleva al suicidio... es muy difícil de saldar esto. Por eso es importante que las personas puedan acercarse a las organizaciones que trabajan con la diversidad, porque no están solos, muchos trabajamos para ayudarnos y tener más posibilidades. La salida es colectiva", finalizó.